filosofiadelasalleoctavo
jueves, 22 de agosto de 2013
jueves, 11 de julio de 2013
martes, 9 de julio de 2013
lunes, 6 de mayo de 2013
Videos para recuperación de informes
sábado, 13 de abril de 2013
martes, 9 de abril de 2013
taller de filosofía medieval de San Agustín
Las Confesiones – Apartado 3. San Agustín.
¿Por qué, entonces, preocuparme de que los demás oigan mis confesiones como
si fueran ellos a sanar todas mis dolencias? Son gente demasiado interesada en
conocer vidas ajenas y perezosas en enmendar la suya. ¿Para qué tanto interés
en oír de mí quien soy, si ellos no quieren oír de ti quiénes son? Y cuando me
oyen hablar de mí, ¿cómo saben que digo verdad? Pues no hay hombre que sepa el
corazón del hombre, sino el espíritu del propio hombre que está dentro de él.
Pero si te oyen a ti hablar de ellos, ya no podrán decir: “miente el Señor.” Porque
¿qué otra cosa es oír de ti lo que ellos son, sino conocerse a sí? ¿Y quién hay
que se conozca y diga: “Es falso”, si él mismo no miente?
Pero la caridad que lo
cree todo -es decir, todo lo que se dice cuando todos los unidos por ella
forman un solo corazón- me mueve a mí, Señor, a hacerte mi confesión para que
la oigan los hombres. Pues aunque no puedo demostrarles que lo que digo es
verdad, al menos me creerán aquellos cuyos oídos están abiertos para mí por la
caridad.
Hazme saber, no obstante, tú que eres mi médico íntimo, la utilidad que me
reporta hacer esto. Pienso que las confesiones de mis pecados pasados –que tú
perdonaste y cubriste con un velo, haciéndome feliz en ti, pues cambiaste mi
alma con tu fe y el sacramento del bautismo- cuando se leen o se oyen,
despiertan el corazón, para que no duerma en la desesperación y diga: “No
puedo.” Antes al contrario, le despiertan al amor de tu misericordia y a la
dulzura de tu gracia, por la que cada uno de nosotros, aunque débil, se hace
fuerte, pues se hace consciente de su propia debilidad. Y los buenos se alegran
de oír los pecados pasados de otros que ahora se ven libres de ellos. Se
alegran ciertamente, no de ser malos, sino porque lo fueron y ahora ya no lo
son.
De qué me sirve, entonces, Señor –a quien se confiesa todos los días mi
conciencia, más confiada en la esperanza de su misericordia que en su propia
inocencia- de qué me sirve, repito, confesar delante de ti a los hombres, a
través de este libro, no lo que fui una vez, sino lo que soy ahora? Conozco el
fruto que saqué confesando lo que fui y así lo he expuesto. Pero hay muchos que
me conocen –y otros que no me conocen, pero que han oído hablar de mí- que quieren saber quién soy yo ahora,
en este preciso momento en que escribo mis confesiones. No pueden aplicar su
oído a mi corazón donde soy como soy, aunque hayan oído algo de mí o lo hayan
oído a otros de mí. Desean, sin duda, saber de mis propios labios lo que soy
interiormente, donde ellos no pueden penetrar ni con la vista, ni con el
corazón ni con la mente. Están dispuestos a creerme, pero ¿querrán conocerme?
La caridad, que les hace buenos, les dice que yo no le miento cuando les
confieso lo que soy, y esta misma caridad es la que en ellos me cree. (Hipona
1950 260)
Preguntas:
1. ¿Qué pretende alcanzar
San Agustín al dar a conocer las confesiones?
2. ¿Cómo es posible llegar
al encuentro con lo divino a través del conocimiento de sí mismo?
3. ¿Por qué es necesaria la
caridad para llegar a conocer la interioridad o el espíritu humano?
4.
¿Qué
es lo que nos hace más fuertes según Agustín y por qué?
jueves, 28 de marzo de 2013
Taller sobre tipos de juicios (Recuperación primer periodo de filosofía 2013)
Leer el documento que a parece en el enlace: http://sapp.uv.mx/univirtual/cursos/hpsemestral/modulo3/tema322.html y responder al primer ejercicio, entregar las respuestas en una hoja al profesor.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)